A los profesionales con inquietudes nos suele gustar innovar en nuestro trabajo, pero cuando trabajas para terceros no siempre es fácil. Debemos tener muy presente que toda mejora supone un cambio, pero no todo cambio supone una mejora. Lo importante de la innovación es aportar valor al cliente.
Cuando te encuentras trabajando para una organización que ya tiene establecidas sus herramientas y metodologías es complicado poder innovar, porque si quieres hacerlo sobre algún área ya definida por la organización vas a tener que proponer algo que realmente les aporte una sustancial mejora, ya que sino acabamos cambiando y no mejorando. Y no es fácil salvo que te encuentres trabajando para una organización con planteamientos y herramientas obsoletas.
Para matar el gusanillo suele ser más útil el buscar algún reducto donde la organización no se haya desarrollado. De esta forma con no mucho trabajo puedes conseguir proporcionar mucho valor al cliente. Es una tarea no precisamente fácil, sobre todo cuanto más organizada y moderna sea la organización, ya que tendrá cubiertos las principales áreas.