Cuando te dedicas a estos temas de la industrialización del desarrollo de software y temas de arquitectura de aplicaciones web, normalmente sueles elaborar muchas guías, procedimientos o en general «cosas» que se entienden como normativas. Algo que me obligan a cumplir.
Recuerdo que cuando implantamos el CMMI en una empresa en la que trabajé, el auditor me llamó para preguntarme sobre el repositorio de código. Me preguntó si teníamos algún criterio fijado de como utilizarlo. Le dije que no, que era la realidad, cada jefe de proyecto se lo gestionaba como quería. Me dijo muy respetuosamente que eso no podía ser, que debíamos juntarnos y decidir un criterio, luego plasmarlo en un documento y a partir de ahí seguir ese criterio.
Creo que esa es la actitud que se debe de tener con respecto a las normativas. Nadie, o por lo menos en mi caso, va a trabajar pensando en como va a hacer la vida más difícil a sus compañeros. Hay que buscar la forma de trabajo más efectiva, documentarla y a partir de ahí seguirla.
Las normativas deben responder a una forma de organizar el trabajo teniendo una visión completa de todo el proceso. Igual un compañero no entiende porque se le pide hacer algo, que probablemente le parezca una pérdida de tiempo, pero normalmente está ahí por algo. Probablemente porque esa información se necesite en un paso posterior que el no realiza. Y si sobra, ya se valorará el modificarlo, pero eso no debe ser escusa para saltárselo. Las cosas que hoy son adecuadas puede que no lo sean dentro de un tiempo. Pero hay que cumplir los compromisos, la anarquía suele llevarse mal con la eficiencia, y a todos nos interesa hacer las cosas lo más eficientemente posible.