Cuando hablamos de industrializar, lo normal es que se nos venga la cabeza la típica imagen de una fábrica de coches, en contraposición a cuando hablamos de la artesanía, en la que lo normal es que se nos venga a la cabeza la imagen de algún orfebre, una encajera, etc.
La principal diferencia es que en la industrialización hay implicadas más de una persona y en la artesanía normalmente solo una.
Uno de los puntos que van a marcar la diferencia en la industrialización es lo ajustado que estén todas las personas involucradas y en lo afinado que esté el procedimiento de trabajo.
Negociar
Hoy quiero comentar respecto a la industrialización del desarrollo la importancia de la negociación y el saber delegar. Ambos son actitudes muy importantes para lograr que la maquinaria de producción vaya fina (No producimos coches ni lavadoras, pero si programas).
En mi vida profesional he tenido jefes y personas a mi cargo de todo tipo.
Con los jefes, hasta los más intransigentes, he procurado negociar las tareas. Digo negociar, no regatear. Me explico.
Puede ser que tu jefe te pida realizar alguna tarea o bien que tu mismo le propongas algún tipo de mejora. Entre dos personas puede suceder que haya un entendimiento a la primera, con lo que no hay nada que negociar, o bien que no lo haya. En este caso lo ideal es que cada uno de sus argumentos para intentar convencer al otro de la bondad de sus planteamientos. Puede ser que uno convenza al otro. Si esto no es así al final se aplica la jerarquía. Cada uno tiene su parcela de responsabilidad, por la que tiene que rendir cuentas, y consiguientemente su autoridad correspondiente. Así que normalmente no es una negociación muy larga.
Recuerdo una conversación que tuvimos un par de compañeros con el jefe, en la que le comentábamos (bueno realmente le recriminábamos) sobre otro compañero, que a nuestro entender no estaba haciendo las cosas bien y nos estaba perjudicando seriamente. La verdad es que era un jefe muy tolerante, que nos dijo algo que me parece muy importante tener siempre en cuenta. «Yo creo que es mi obligación escucharos y tener en cuenta vuestras opiniones, pero al final el que tengo que tomar las decisiones soy yo, porque soy el que tengo todos los datos».
Una vez que se llega a un acuerdo, como he comentado en otras ocasiones, lo que queda es cumplirlo de la mejor forma posible, estés o no de acuerdo. Todo el mundo está en su perfecto derecho de pensar lo que quiera, pero no de hacer lo que quiera.
Es muy raro que alguien confíe en otro si una vez llegado a un acuerdo no lo cumple. Tuve un jefe que nos comentaba que a lo largo de la vida te vas rodeando de la gente que te funciona. Era en medio de una conversación sobre una serie de personas que no le estaban funcionando y que al final acabó despidiendo.