En la vida de cada uno de nosotros en la mayor parte de las situaciones somos consumidores de productos o servicios. Compramos cosas, como ropa, electrónica, etc, o bien contratamos servicios, como por ejemplo la línea telefónica.
Y normalmente somos exigentes con las compañías que nos prestan estos servicios. Es lo normal, pagamos por un producto y servicio y queremos que nos lo presten correctamente. A nadie le gusta quedarse sin cobertura en el teléfono, o que no le funcione el terminal, o que el medico no le diagnostique bien, o un largo etcetera.
A veces lo que nos ocurre como trabajadores es que no nos damos cuenta que en ese momento nosotros somos los prestadores del servicio. Y lógicamente nuestros clientes van a tener un nivel de exigencia similar al que nosotros tendríamos si fuésemos los clientes. Y se nos suele olvidar.
¿Que pensaríamos si estamos reformando la cocina de nuestra casa y el albañil cuando llega la fecha de entrega nos dice que va a tardar más? Lógicamente lo más probable es que no nos parezca bien, no vamos a disponer de nuestra cocina, con el trastorno que nos supone, y encima nos va a costar más, porque obviamente el albañil no va trabajar gratis.
Pero me he encontrado con casos en este sector de la informática en los que gente del equipo se permite plantear que se le pida más tiempo al cliente. Y lo más curioso es que luego cuando las cosas van mal y el cliente te echa se extrañan.
Pero ¿alguien mantendría o volvería a contratar al albañil que obviamente está siendo incapaz de llevar la reforma de la cocina a cabo?.